Moncayo
El domingo, tomando como excusa pasarnos por Zaragoza a visitar a Emilio y Nadia, nos acercamos al Moncayo. Después de mucho tiempo pasando junto a su base, por la Carrasca, y de situarlo en el horizonte en las cimas del pirineo occidental, por fin le tocó el turno.
Partimos desde la pista del Santuario, unos metros por debajo de este, acompañados por Madveras y Loybcn. El día está regular, con niebla que va y viene. El sendero, cómodo, marcado y señalizado, nos lleva en tres cuartos de hora a la base del circo glaciar de San Miguel. Las lluvias de mayo han dejado el bosque pletórico, y es una maravilla pasear por él.
En el circo subimos por la pedrera, por la izquierda. El sendero sigue estando muy marcado, y únicamente la fuerte pendiente dificulta el paso. Poco a poco vamos ganando altura, y tras casi una hora haciendo zetas, llegamos a un colladito.
Aquí, la situación atmosférica cambia. Nos hemos metido en la boina de nubes que cubre el Moncayo, comienza a soplar el viento y a llover suave. Y la visibilidad se reduce de forma preocupante. Como no llevamos mapa ni brújula, igual nos da ir para un lado que para otro, y elegimos el camino equivocado. Tiramos hacia la izquierda, por un camino poco marcado, y lo abandonamos para acabar subiendo recto hasta llegar a lo más alto de una loma poco marcada. Hay un buzón con una tarjeta dentro que dice Moncayo , y unos muretes que aprovechamos para tomar el bocadillo, a refugio del viento. No nos convence mucho que en la cima del Moncayo no haya un vértice geodésico, así que recorremos la loma en busca del punto más alto. No tardamos mucho en llegar de vuelta al colladito, y darnos cuenta de que ni nosotros ni el que había dejado la tarjeta en el buzón, habíamos llegado a la cima. En realidad habíamos estado en el Alto del Corralejo, o Morca.
Una segunda ojeada a las señales del collado nos lleva a localizar el camino correcto, y, esta vez sí, ponemos rumbo a la cima, pasando por el cerro de San Juan, por la arista. Andamos rozando la cota de nieve, y llueve del lado del Circo de San Miguel, por lo que subiendo el lado derecho del cuerpo se nos queda helado. En diez minutos, una aglomeración de vértices, cruces y pirulos varios nos indican sin duda que hemos llegado a la cima, donde llueve, graniza y sopla viento fuerte. Como no hay quien pare, nos damos la vuelta, para que se nos moje también el lado izquierdo del cuerpo. Otros diez minutos para el otro lado, y enseguida abandonamos la arista cimera para bajar hacia el circo de San Miguel. El viento y la lluvia amainan, y el descenso hasta el punto de partida es cómodo y rápido. Desde el santuario, ida y vuelta son tres horas más las paradas, que con buen tiempo deben ser largas, para admirar las vistas desde arriba.
2 comentarios:
¡Tiene clima constante el Moncayo! Porque el sábado 24 de mayo hacía exactamente el mismo tiempo. :-)
Saludos.
jejeje.... la subida y bajada... como hacer vuelta y vuelta... ahora me empapo un lado ahora me empapo el otro xDDD
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