Llegamos al pueblo, donde nos indican que el cuentacuentos es en la iglesia, que está abarrotada. Nos buscamos un hueco, y escuchamos entretenidos las historias, narradas con arte, de cómo es en Japón el tránsito hacia el más allá, y de que hay que cruzar el río, y si no llevas seis monedas te quitan la ropa para pasar.
También nos cuentan historias más locales, de almetas y totones, y de cómo se descalza a los difuntos, para que sus almas no vuelvan.
El domingo toca un paseo bajo la lluvia, para intentar bajar los excesos del día anterior. Desde Pozán de Vero, tomamos el camino de la Costera que, a transcurre entre viñas, almendros y olivos, hasta los pies del Puntón.
Allí el camino se empina un poco hasta llegar a la cima, desde donde se pueden contemplar unas vistas privilegiadas del pirineo central. Pero eso es otro día, porque nos había entrado la niebla, y justo que nos veíamos entre nosotros.
Bajamos del Puntón y volvemos a atravesar las tierras de cultivo, esta vez en busca de San Macario. Con poca fortuna, ya que pillamos bastante barro, y además, antes encontramos a San Fabián, de Castillazuelo. Por fin nos orientamos, y acabamos encontrando a San Macario, enchironado, pero al menos tiene los pies más secos que nosotros.
En un rato más estamos de vuelta a casa, después de haber completado un recorrido agradable, totalmente llano salvo el tramo de la subida al puntón, en unas tres horas, muy relajados.
Muy buenas las fotos. Lástima que el tiempo no os acompañara en la caminata...
ResponderEliminarA ver si el año que viene salen mejores días ;-)